jueves, 20 de diciembre de 2012

La vispera del cambio en el calendario Maya

Es irónico e insultante el cómo ciertos individuos han tergiversado el significado del calendario Maya. El apocalipsis, los tres días de oscuridad, la inversión de los polos de la tierra, terremotos, tsunamis, caos, y podría seguir con más versiones que se le ha dado a la fecha del 21 de Diciembre de 2012. Ciertamente es posible que se avecinen cambios, pero como en toda la historia de la humanidad, todos los cambios producidos en nuestros ciclos han sido paulatinos. La radicalización de los cambios se producen únicamente en las mentes del escepticismo confuso.

La sabiduría del calendario Maya esta basada en vastos conocimientos adquiridos de alguna fuente desconocida y arcana. Para algunos este conocimiento no procede de nuestro planeta y se le atribuye a entidades interplanetarias o interdimensionales que se atribuyeron el caracter de dioses de los hombres. Para otros, el conocimiento de los Mayas estaba tan avanzado a nivel cósmico que desarrollaron una amplia tecnología para calcular los equinocios y los ciclos galácticos con una matemática que escapa al razonamiento actual.

Los Mayas diferenciaban en el cielo las diferentes constelaciones, cúmulos estelares, planetas, astros y galaxias que incluso a día de hoy escapan a nuestra comprensión, pues sin disponer de los grandes telescopios con los que contamos actualmente y haciendo un uso inimaginable de las matemáticas podían predecir los movimientos de los astros de nuestro sistema solar, de nuestra galaxia, e incluso de un amplio espacio del cosmos con total exactitud. Un ejemplo claro es que Plutón, el planeta más alejado del sol en el sistema solar, fué descubierto en 1930 por Clyde W. Tombaugh,  mientras que existe constancia de su existencia en planos astronómicos muy anteriores a esa fecha, podría decirse que el cosmos se ha estado redescubriendo durante los últimos dos mil años y que la ciencia oficial ha obviado la información de antiguas civilizaciones que poseían un conocimiento mucho más amplio del cosmos del que disponemos en la actualidad.

Podríamos imaginar el calendario Maya como un gran círculo marcado por las casas zodiacales y otro círculo interior que va rotando por esas casas marcando los equinocios, hasta el punto en el que se abandona la casa de Piscis, que es el ciclo en el cual nos encontramos, y que el día del apocalipsis (lo comento en sentido irónico) dejaremos esa casa y pasaremos a la siguiente, marcada por la casa de Acuario. El ciclo que abandonamos se refiere al ciclo del quinto sol, y pasaremos al siguiente ciclo del sexto durante el solsticio de invierno. Una vez más nos encontramos con la precisión en que los Mayas manejaban estos ciclos con una gran exactitud a pesar de contar con un calendario bastante diferente al nuestro.

Una teoría, que podría denominarse oficial, considera esta fecha como el final del calendario Maya, algo con lo que me gustaría discrepar y afirmar que si esta civilización aún existiese, hubieran elaborado mediante un cálculo sin precedentes otro nuevo ciclo que marcaría la era del sexto sol, o el tránsito de un nuevo ciclo por la casa de Acuario, por lo tanto, y desde mi punto de vista, solamente marcaría el final de un ciclo y el comienzo del siguiente.

Quizá es tal la fé y el engaño que ha sufrido la humanidad mediante todas las religiones que anuncian un día fatídico para la humanidad, por la que se ha llegado a la conclusión de que esta fecha marcará el día del juicio final, el apocalipsis, el caos que redimirá nuestros pecados y nos acercará a la luz creadora para que nos ilumine con su energía. Pero sería un tanto ilógico o incoherente pensar que la fecha de caducidad de nuestra humanidad estuviera marcada con tal precisión, o en otro aspecto, pensar que nuestros días pueden dejar de contarse a partir de un punto marcado en el tiempo hace dos mil años.

No obstante a todo lo expuesto aquí, me gustaría pensar que esta fecha pudiese marcar un cambio en nuestra razón de ser, en nuestro comportamiento. Algo que nos haga mirar dentro de nuestro interior para terminar de una vez con toda la estupidez y conformismo con el que afrontamos nuestras vidas, dedicando nuestros actos a favorecer y engordar nuestro ego, reafirmar nuestros pasos hacia un nuevo proyecto de humanidad como nunca antes podría haberse imaginado. El pensamiento utópico de una próspera civilización mundial que ha destruido todas las fronteras para avanzar conjuntamente en una evolución sin precedentes. El abandono de todas las herramientas de destrucción y manipulación, la reafirmación en una nueva filosofía que lleve a la humanidad hacia un paso evolutivo como nunca se haya podido imaginar, la utopía de vivir en armonía y continuo apoyo al progreso pacífico.

Quisiera pensar que al acercarnos a la perpendicularidad entre nuestro sol y el centro de Alcyone, que actualmente marca el centro de la galaxia, se pudiera incrementar la radiacción proveniente de ese centro galáctico y amplificarse por nuestro sol, irradiando nuestra atmósfera con un colorido jamás visto hasta nuestros días, y que ese juego de luz y color interviniese en las conciencias de los seres humanos para, precisamente, humanizarles, hacerles sentir esa energía que forma parte de toda la creación que atribuyen a un dios omnipotente, a un creador.

Quisiera finalizar esta entrada recomendando a la gente disfrutar de ese cambio y salir a la calle ese día, adentrarse en la naturaleza, en el campo, e irradiarse con la luz del sol, sentir esa energía y dejar divagar la mente hacia pensamientos positivos, hacia el progreso, la paz y la igualdad que por naturaleza le corresponde al ser humano como ser viviente dentro de un planeta vivo. Pero por encima de todas las cosas, pensar en qué tienen que cambiar dentro de su interior para que esos cambios positivos se hagan patentes a nivel mundial, cómo sería posible que la humanidad dejase de hacer la guerra y trabajasen juntos en un nuevo proyecto de progreso, con la unificación de la humanidad como una única civilización.

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