lunes, 26 de agosto de 2013

El enigmático usurpador de luz - Cuento corto

Existió una vez un mundo inundado por la oscuridad, en el cual todo ser viviente era sombrío, en ausencia total de luz, y al igual que los seres que lo habitaban, todo estaba inmerso en una oscuridad que íntegramente lo abarcaba. Era difícil dar un paso al frente sin tropezar o caer, no se podía contemplar ninguna belleza en aquella oscuridad, la vida era muy complicada, pero aquellos seres, aún sin haberse adaptado a aquella oscuridad vivían como si no existiese otra cosa.

Un ser de los que habitaban aquel mundo creyó que el culto que se ofrecía a la oscuridad no era el modo más acertado de vivir, y aprendió con el paso del tiempo a iluminar su interior y hacer que esa luz atravesase su piel iluminando sus alrededores, había descubierto el amor y comenzó a vibrar tan fuerte que allá por donde andaba, allá con quien se encontraba conseguía sacar un poco de luz en cada ser. Hubo algunos seres que lo envidiaron e intentaron apagar su luz, eran incapaces de comprender ese mundo tan radiante, no eran capaces de vibrar en esa frecuencia y se sentían ofendidos al no saber como era posible alcanzar esa magia. Estos seres, estancados en la oscuridad y cegados en la creencia de que la oscuridad era la única forma de vida, intentaron por todos sus medios apagar la luz de ese ser tan brillante que todo lo iluminaba y de aquellos que se iluminaban con él, pusieron todo su esfuerzo en conseguirlo, pero fracasaron una y otra vez, pues su penumbra no podía contrarrestar la luz que emanaba aquel ser. Levemente se dieron cuenta de que era imposible luchar contra la luz, pues era más fuerte que la oscuridad, y según se daban cuenta de ello adquirían un tono menos sombrío, su aprendizaje les había conferido una pequeña parte de esa luz que tenían atrapada en su interior.

Aquel mundo comenzó a adquirir un brillo que nunca antes se había visto, y cuanto más se iluminaba ese mundo, más felicidad se respiraba en el ambiente, la belleza se descubría allá por donde el ambiente comenzaba a irradiar aquella luz tan desconocida hasta entonces. Los habitantes de aquel mundo aprendieron muy pronto a iluminar la oscuridad que les circundaba y poco a poco todo se tornaba claro y radiante, habían descubierto que adorar a la oscuridad era una gran mentira, que vivían en una felicidad disfrazada de sufrimiento, que la luz los liberaba de las cadenas a las que un día se habían aferrado ciegamente sin haber conocido otra cosa más que la oscuridad.

Era un día cualquiera y un ser lumínico se encontraba paseando, estaba contemplando la belleza que se dibujaba ante su mirada a cada paso que avanzaba, era una sensación tan fantástica que a penas podía encontrar palabras para describir todo aquel esplendor. Siguió caminando y caminando, observando todo detenidamente a cada paso, hasta que de pronto se encontró en una zona donde la luz ya no brillaba con tanta intensidad, el silencio se quebró cuando encontró a un ser que se tornaba entre la luz y la oscuridad mientras maldecía a viva voz aquella luz que se cernía a su alrededor. Con cada grito que aquel ser exclamaba, una parte de la luz circundante era absorbida por la oscuridad de aquel ser, el ser se iluminaba ténuemente y se oscurecia nuevamente. El ser lumínico que observaba aquella escena no cabía en su asombro, estaba perplejo ante la reacción de aquel ser, era incapaz de discernir que es lo que estaba ocurriendo, por qué aquel ser que gritaba no quería brillar y absorbía la luz de su alrededor en cada queja en la que se lamentaba de la existencia de aquella luz.

El ser brillante se acercó al ser sombrío que se lamentaba y comenzó a hablarle, le preguntó por aquel lamento, por qué odiaba la belleza que se iluminaba a su alrededor, intentó por todos sus medios comprender aquella actitud, puso mucho empeño en mostrar la belleza de la luz a aquel ser de incontenible lamento, tanta pasión empeñó en la causa que no pudo evitar sentir amor hacia ese ser, y poco a poco, a cada intento por abrirle su interior, una parte de su luz era absorbida en cada negativa y cada burla que recibía de aquel ser oscuro, parecía imposible hacer comprender a aquel ser que no es tan complicado adaptarse a la luz, que no era necesario dar el paso bruscamente y que paulatinamente era la mejor manera de comprender todo aquello. Terminó tan agotado de aquella situación, había perdido gran parte de su luz, y se retiró de aquel lugar para seguir contemplando la belleza de la luz y recuperar sus fuerzas, nunca más volvió a acercarse a aquel lugar donde el ser sombrío se lamentaba.

Agotado y casi apagado continuó con su vida, disfrutó de cada momento y de cada regalo que le brindaba la luz. En su camino encontró más seres oscuros que deploraban la luz e intentó nuevamente dialogar con ellos, algunos comenzaron a brillar y otros continuaron en su oscuridad captando la luz de su alrededor y apagándola dentro de su ser. Sin saber por qué, y durante el transcurso del tiempo, absorbió la luz de otros seres y su luz se atenuaba y se potenciaba, era probable que su luz hubiese sido alterada en el contínuo encuentro con estos seres quejumbrosos y lóbregos, que alguna parte de estos seres hubiese impregnado su luz con un fulgor nebloso que le impedía irradiar su luz interior, quedando estancado su brillo por un manto de negrura del que no podía desprenderse.

Comenzó una época de cambio para este ser brillante alterado por la oscuridad, indagó en cada recóndito lugar, a solas, sin distracción que lo apartase de su camino, quería encontrar una cura para él mismo y doblegar a la oscuridad que se había alojado dentro de su ser. Pasó mucho tiempo caminando en soledad, meditando en cada lugar en el que se detenía a contemplar la belleza de todo lo que era iluminado por aquella luz, de esta forma se encontraba en paz, sosegado. Era un camino que había decidido recorrer, donde analizaba cada fragmento de su ser, cómo podía ofrecer lo mejor de sí mismo a los demás sin quedar alterado por la oscuridad que ansiaba atraparlo y someterlo. Él no quería doblegarse a esa noche interminable que codiciaba absorber su luz, él anhelaba brillar en la sublimidad que le había mostrado aquella luminiscencia. Y así continuó su camino de meditación y observación de todo lo que aquel mundo le mostraba.

Poco a poco descubrió en su viaje una técnica para dominar la nebulosidad y no absorber la luz de los demás, era una ardua y a la vez reconfortante tarea cuando, con la práctica, aprendía a contrarrestar la oscuridad que le había inundado el interior. Mientras recorría su camino en la compañía de su soledad, se encontró con otros seres que habían avanzado su mismo camino, no dudó en dialogar con ellos y escuchar sus consejos, todos hablaban desde un estado de calma con el que transmitían un esplendor que todo lo iluminaba. Vió necesario alcanzar aquel estado tan sosegado y continuó con su marcha en solitario, comenzó a meditar más profundamente para alcanzar su interior y encontrar las respuestas a las preguntas que él mismo se formulaba, y poco a poco se fue encontrando.

Después de muchos viajes en busca de respuestas volvió para rehacer su vida, no encontró otra opción que vivir algo alejado del tumulto donde habitaban el resto de seres, que aun habiendo conocido la luz, y con el paso del tiempo, habían sucumbido a los placeres amargos que les brindaba la oscuridad, vivían aglomerados en una lucha constante entre la luz y las tinieblas, y muy pocos buscaban brillar como antaño lo hicieron. Pero aun en el desorden que se había generado, la luz que un día no existió seguía iluminando el entorno, había adquirido tal fuerza que era casi imposible volver a extinguirla.

Un día, paseando este ser por el bullicio, se encontró con otro ser que irradiaba una luz muy intensa, no pudo evitar clavar su mirada en aquel ser y quedar prendado de tal belleza. Comenzó a acercarse para dialogar, era tal el deseo que sentía que se olvidó de estar prevenido, perdió el control sobre si mismo y se dejó llevar. Consiguió entablar una profunda conversación con aquel ser que emitía tanta luz, era como un sueño, algo de ese ser lo atrapaba y embelesaba de tal manera que perdió el sentido. Durante largo tiempo acudió a las llamadas que este ser le realizaba, intentó profundizar y comprender cómo podía irradiar tanta luz, se olvidó completamente de él mismo y se sometió a ayudar en todo lo que estuviese en su mano a aquel ser. Con el tiempo, y después de largas conversaciones se vió asombrado por los pensamientos de aquel ser, pues sus actos y palabras disentían totalmente con la luz que emitía, pareciese que aquel ser, en todo su esplendor, era una contrariedad de la naturaleza.

Tal era el entusiasmo por formar parte de la vida de aquel ser, que se propuso exponerle las contrariedades que él observaba, le regaló su tiempo cada vez que éste le reclamaba, intentó profundizar y compartir su manera de actuar y de vivir, y le intentó mostrar otras cualidades que a él le reconfortaban. Estaba aprendiendo tantas cosas y descubriendo tantas sensaciones que se veía enloquecido por querer mostrárselas, y lo intentó en reiteradas ocasiones, pero únicamente conseguía atenuar el brillo de aquel ser, cuanto más menguaba aquel brillo las palabras de aquel ser perdían sinceridad y se volvían abstractas, vacías, sin sentido, ofensivas, y con cada palabra su brillo se ennegrecía y su luz era absorbida por aquel ser, que volvía a su plenitud de brillantez.

Una vez comprendió que era prácticamente imposible seguir acercándose a aquel ser, después de recabar toda la energía de su luz, que había menguado en su gran mayoría, decidió intentar exponerle su opinión, pues aquel ser se había enojado con él y no le contestaba la correspondencia que le escribió. No encontró manera de hablar presencialmente con aquel ser, por lo que decidió escribir una carta despidiéndose e intentando opinar brevemente sobre aquel tiempo que habían compartido juntos, le dió las gracias por haber contado con él y se lamentó mediante una sincera expresión de que aquel ser no viese la belleza que él intentó mostrarle. Una vez escrita y enviada, se aseguró de que aquella carta llegase a su destino, confirmó también que aquel ser leería su carta, y una vez aseverado, se retiró a su hogar, lejos del bullicio, en la calma, en soledad.

Pasó el tiempo y la respuesta nunca llegó, y un día tras otro, el siguió esperando que algún día el cartero le entregase una respuesta de aquel ser. Aquel día jamás llegó, y él continuó en su búsqueda interior, nunca sabrá cual fue su error, como nunca sabrá el interés real de aquel ser en absorber la luz de otros seres tan sutilmente, quizá comprenderá algún día que hay preguntas que aunque pase una eternidad nunca serán respondidas o continuará en su anhelo de esperar la tan ansiada contestación. De lo único que queda constancia es que nunca más volvió a saber de aquel ser, que irradiaba tal belleza, que relucía con tal fulgor pero que tal destello era el fruto de la extinción de otros.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Meditación

¿Quien soy, que no soy?
le pregunté una vez a mi ser
Quizá el buscador que no encuentra,
el pacífico que no haya la paz,
el guerrero que no lucha,
Puede que sea tal vez...
el anhelo que nada espera,
el paciente sin paciencia,
puede que lo sea todo
y la nada al mismo tiempo.
Dicen que soy un hombre,
imagen y semejanza de un dios,
dicen que soy igual
a cualquiera que habita la tierra.
Tengo instinto animal,
la habilidad de pensar,
y si provengo de un dios
la capacidad de crear.
La mente crea la materia,
la materia vibra en el vacío,
¿es quizá la realidad
un holograma ficticio?
¿es quizá este mundo
la oscuridad en la luz?
Es hora de no pensar
de acallar al pensamiento
dejar que el silencio fluya
ser libre por un momento.
Deseo ser el testigo,
no participar un rato,
dejar que hable el silencio
que brote el loto por dentro.
Dejo la mente en blanco,
ignoro mi pensamiento,
veo crecer a la flor,
he llegado al interior.