viernes, 14 de marzo de 2014

MALDITOS IGNORANTES CONSCIENTES!

Lo peor de todo, de absolutamente todo, no es que la corrupción campe a sus anchas. No es que la injusticia cabalgue al galope, blandiendo sin compasión el látigo de la tiranía caciquil tan presente en nuestra naturaleza, o que la sinvergoncería infecte de lleno todas nuestras instituciones, una metástasis sin parangón.

Lo peor de todo, de absolutamente todo, no es que contaminemos nuestros mares, donde no sólo pescamos indiscriminadamente, sin respetar sus ciclos, también nos bañamos. O que con toda probabilidad casi a diario, extingamos alguna especie, incluso sin haberla llegado a conocer. Ni la tala sin control que hacemos en bosques y selvas, disminuyendo cada año notablemente la producción de oxígeno (algo de lo que nunca he oido hablar o decir cuando escucho estos temas), tan básicamente vital para la vida la Tierra.

Lo peor, peor de todo, no es el maltrato adicional que se le da a los animales en nuestros mataderos, las brutales y sangrientas heredadas de épocas bárbaras, donde conceptos como dignidad de la vida o derechos humanos eran inconcebibles y la tortura y asesinato tanto de animales como humanos, eran eventos de diversión, risa y sorna.

Lo peor, peor de todo, no es que la locura de la guerra siga masificando el planeta y que mientras escribo estas líneas, miles de personas están sufriendo humillaciones, torturas, mutilaciones, violaciones, palizas, incluso la muerte. Y hablando de violencia no descarto ninguna de sus formas.

Tampoco es lo peor, que gente sin escrúpulos robe la infancia a niñas y niños de todo el planeta en sus diversas y macabras actividades tanto legales como ilegales con el único fin de lucrarse. Ni que los vagabundos sean invisibles a nuestros ojos, como adornos sencillos de los que no llaman la atención en sus rincones.

Tampoco es lo peor que siga existiendo la desigualdad y por tanto el hambre y la miseria. Ni que esto ocurra porque unos pocos se empeñan en sostener desde su creación súbditos, ciudadanos de segunda, tercera, cuarta hasta última categoría.

No, no es lo peor que la inercia del pensamiento pesimista nos decline a una sociedad individualizada, donde procuramos no saber mucho de los demás para no dar rienda suelta a nuestra maravillosa y deslumbrante simpatía, atándola y amordazándola y escondiéndola en algún rincón dentro de nosotros, en la profunda frontera con lo insondable para así, no tenerla a la vista y tentarnos a utilizarla.

No, no es lo peor que releguemos la vida a un antinatural y superfluo "tanto tienes tanto vales". ¿Qué oscura y diabólica mente está detrás de la implantación de esta filosofía radicalmente discriminatoria, excluyente y desconsiderada que logró difundirla ampliamente en nuestras sociedades?

Ni mucho menos es lo peor que nuestros gobiernos gasten una abrumadora despilfarrada cantidad de dinero de nuestros impuestos en ocultarnos información de toda índole, manteniéndonos ignorantes frente a muchos temas y sus verdades comunicándonos exclusivamente lo que ellos deciden que debemos saber y que no, o lo que quieren que sepamos nada más.

Ni mucho menos es lo peor que existan curas para todo tipo de enfermedades escondidas en los cajones de los laboratorios mientras estos venden porquerías que nos mantienen para así enriquecerse escandalosamente con nuestra agonía y compra de sus mencionados medicamentos hasta morir. No. No es lo peor. Hemos simplificado tanto nuestra existencia que vivimos inmersos en el hedonismo extremista día tras día donde imperan como reyes la diversión y el entretenimiento. Y la realidad que no son lo único aunque nos encabezonemos en que sí.

Para nada es lo peor que dejáramos el respeto olvidado en algún punto del camino, o perdiésemos el sentido de comunidad y su concepto, lo común incluso el desarraigo del espíritu de tribu, o si lo prefieres, familia. Ni el lanzarnos a la búsqueda de fama y fortuna a toda costa, justificando cualquier medio usado.

Para nada es lo peor vivir a merced de un exigente reloj  que apresura su marcha, sin atisbos de otorgarnos una pequeña tregua donde respirar un poquito, hasta su defunción. O la nuestra.

Decididamente no es lo peor encontrarnos en un diario "todos contra todos" señalando cada uno con el dedo a los demás completamente inconscientes de los tres que nos exponen a nosotros mismos estando en con la misma mano acusadora, y por triplicado.

Decididamente no es lo peor habernos guardado la educación,   la cortesía, la generosidad, la amabilidad, la simpatía, para únicamente sacarlas en ocasiones de nuestro interés, como si fueran a desgastarse por el uso.

Tajantemente no es lo peor condenarnos a la verdaderísima esencia, última realidad inescrutable de la venganza, su infinita eternidad sostenida en recíprocos odios, baños de sangre y madres envueltas en llantos que terminan siendo compañeros inseparables hasta lo inevitable, pese a quien pese totalmente desconocido en su realidad mas allá de toda teoría. La venganza siempre viene preñada de otra venganza, existiendo casos que se remontan tan atrás en el tiempo que resulta imposible discernir con precisión y exactitud quien fue el que comenzó todo.

Tajantemente no es lo peor ninguna de estas cosas. Ni tan siquiera juntándolas todas a la vez. Ni estas que son las que han llegado a mi mente, ni las que han quedado omitidas y las que existan pero desconozca. No serían lo peor.

Lo peor, absolutamente peor, lo mas detestable, carroñero, corrosivo, intolerable, esperpéntico, irracional, indigno, injustificable, deshonroso, macabro, cochambroso, sucio, miserable, rastrero, trapero, de una total incoherencia, más todo lo que a ti, que estas leyendo esta humilde opinión, se te ocurra y quieras añadir, es que en mayor o menor medida somos conscientes de que estas cosas están ocurren aún, llegando al ecuador de la segunda década del siglo XXI, y a pesar de ello, no hacemos nada por hacer historia de ellas y comenzar una nueva etapa de coexistencia pacífica y acorde con el medio natural, nuestra casa real. Y no sólo somos conscientes, somos responsables, pues cada uno somos parte de la sociedad y ejercemos una influencia en el entorno donde nos movemos. Aunque el mero hecho de ser conscientes ya nos debería hacer sentir responsables.
Y es que lo malo no es enfermar, lo malo es no querer curarse, incluso teniendo el remedio al alcance de la mano. Para mi, esto es lo peor, raíz de toda la degeneración que hoy experimentamos. Malditos ignorantes conscientes. Eso somos. Lo sabemos y miramos a otro lado. Y por ello nos condenamos a este mundo hostil. Esperando que los demás cambien. Que todo cambie. y Quizá por eso mismo, nada cambia.


Creo que la gran inmensa mayoría de las personas alrededor del globo desean la paz, pero esta no esta en un punto distante del futuro al que tenemos que esperar llegar, esta se construye cada día, en la familia, en los barrios, en los lugares de trabajo, con los amigos. Y se asegura impregnando a los pequeños con ese ejemplo que tarde o temprano, imitarán. La paz real, no la simple ausencia de guerras, traerá de la mano la prosperidad y felicidad extraviadas de nuestro género. Y estará mucho mas cerca, cada vez que una persona por propia voluntad sin dejar presionarse por sus circunstancias y sin importarle lo que los demás decidan hacer, empiece cotidianamente a crearla a su alrededor. Y este será el reto que tendremos que afrontar este siglo, y reinventarnos a mejor o quizá firmar nuestra sentencia de muerte. Al final por mucho que hagamos sufrir el planeta, este termina regenerándose.
Quien sabe, puede que todo este proceso de reinicio del mundo despuntase con tan solo una sonrisa a los demás