lunes, 20 de agosto de 2012

El miedo como medida de control

Es difícil analizar ciertas sensaciones con palabras, por lo tanto, qué es el miedo. Durante la evolución de la historia de los hombres se ha infundido el miedo como medida de control o para generar suficiente odio con el propósito de generar una revuelta, una lucha, o una guerra. Pero, ¿de dónde sale ese miedo?. Sentimos miedo al pensar en nuestra propia muerte, miedo a perder a seres queridos, miedo a la soledad, miedo a ser reprendidos, o miedo a ser juzgados entre muchos otros ejemplos aplicables.
Cuando observas todos los estudios psicológicos y sociológicos que se han llevado a cabo. Compruebas que ciertas enfermedades mentales se tratan mediante una terapia de shock que infunde miedo al dolor del tratamiento. O como se puede disolver una concentración cargando a golpes contra las masas. Estos son claros ejemplos actuales y que se han repetido a lo largo de la historia con el único propósito de mantener una oligarquía dominante.
Podemos encontrar el miedo también en las religiones, como por ejemplo el miedo a ir al infierno. Si tomamos este ejemplo y aplicamos que al menos un 90% de la población cree en algún tipo de religión, y sabiendo que en todas las religiones se predica por un principio de igualdad, armonía y ayuda entre hermanos, ya sean de la misma religión o de otra. Básicamente todas basan sus filosofías en los mismos escritos antiguos interpretados bajo distintos conceptos. Pero queda patente que en todas quedan castigadas las malas acciones ante un dios omnipotente.
Tomaré el ejemplo de la religión católica para intentar explicar una situación. Según la creencia cristiana Jesús murió en la cruz para redimir los pecados de los hombres. Durante el proceso de juicio y condena contra Jesús, nadie, ni tan siquiera uno de los doce apóstoles que tenía, defendió la causa o se acusó de culpable junto a su mentor a su vez que Poncio Pilatos se lavó las manos en ese asunto. Inclusive el padre de la iglesia católica, Simón Pedro, fué capaz de negarle al menos tres veces en un breve periodo de tiempo. ¿Quizá todos tenían miedo al dolor físico?, ¿o bien tenían miedo a la propia muerte?. Esta es una pequeña curiosidad que se vuelve a repetir a lo largo de la historia junto con otros nombres conservados en los documentos que, aun exponiendo una causa justa y apelando a la verdad, han sido negados por sus séquitos cuando el propio miedo se ha apoderado de su razón. O por el contrario al morir la persona que ha promovido la causa, el miedo infundido a terminar en las mismas cirscunstancias genera la regresión de la propia causa.
Podemos saber que el miedo provoca en el organismo la segregación de adrenalina, una sustancia natural generada por el organismo y que produce una aceleración metabólica que ofrece a los individuos cierta energía extra para afrontar esa situación provocada ante el temor. En este término podemos deducir que el miedo también puede ser utilizado como un arma de defensa o de evasión ante cualquier peligro o situación. Pero no siempre es así, hay casos bien conocidos de quedar paralizados por el miedo. Entonces, ¿existen distintos tipos de miedo?, ¿o esta basado en cualquier caso en una escala de miedo?, ¿cómo podemos cuantificar ese miedo cuando nos invade?. Difícil es cuantificar algo que no se puede medir mediante la aplicación de la física moderna, ni que ningún estudio psicológico o social ha dado a conocer. Y sin embargo, si existen estudios sobre las reacciones de las personas ante ciertas circunstancias de temor, dando como resultado diferentes comportamientos entre personas que han afrontado en su vida muy variadas situaciones o la propia exposición a ciertos temores.
¿Cómo se puede controlar una población usando el miedo como medio de control?. Cabe destacar que actualmente existe un miedo desmesurado a actuar fuera de los márgenes del sistema establecido. Miedo generado a la pérdida de empleo, a la exposición al hambre, o a sanciones administrativas que pueden provocar una etapa difícil de afrontar para conseguir recursos para la propia supervivencia o a la pérdida de todo lo que se ha conseguido hasta ese momento. La mayoría de las personas justifican su forma de vida alegando su libertad individual a la vez que afirman que no sienten ningún temor, pero que obviamente se contradicen al expresar el miedo en sus acciones mientras lo esconden en su conducta cuando inconscientemente lo expresan en su manera de actuar.
Intentando seguir con la explicación sobre cómo es usado el miedo como medida de control nos centramos en los gobiernos y sus representantes. Las leyes, según una democracia real, aplican distintas penas que infunden miedo ante la realización de ciertas acciones. No obstante hay que aclarar que los derechos constitucionales de todos los individuos no se aplican en su contexto real dejando con ello una diferencia evidente entre clases sociales o patrimonio poseído. Esta observación aplica un principio de desigualdad donde, una persona con cierto patrimonio, o por pertenecer a una clase social más elevada en la jerarquía que se hace notable, infringe las leyes sin temor a ser privado de sus libertades o ser castigado con sanciones económicas. Mientras otro individuo, excluido de la sociedad por pertencer a una sociedad marginal a los ojos de los escalafones superiores en la jerarquía de división de clases, puede realizar la misma acción aplicando la necesidad por la propia supervivencia y que figura como un derecho propio aplicable a cualquier individuo, pero este individuo realizará esa acción padeciendo miedo a la represalia si es sorprendido realizando dicha acción, aunque sepa de antemano que es un derecho que le corresponde como individuo perteneciente a la misma sociedad que le mantiene excluido.
Pronto llegaremos al fondo del razonamiento con el que quiero concluir, pero no sin antes hacer un repaso al sistema "democrático". Democracia, en su propio significado proveniente del griego, δημοκρατία, que lo expresa como:
1. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.
2. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.
Todos estamos de acuerdo ante esta definición del significado de la palabra, y si rebuscamos el por qué se estableció este sistema podemos encontrarnos con que el principal objetivo era separar los poderes del estado para que el poder recayera sobre la soberanía popular. Es ahora cuando debemos observar que, actualmente, los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial han caído todos ellos en las manos de un mismo partido que se renueva cada cuatro años. Una adquisición antidemocrática utilizando los medios de la democracia hasta conseguir ese objetivo. Un poder capaz de infundir miedo ante la rebelación contra esa injusticia, pues está en manos del gobierno el promover nuevas leyes que eviten la nueva separación de esos poderes. Pero, según la democracia, ¿no estaría en manos del pueblo la decisión de aprobar dichas leyes y decretos?. Efectivamente esa es la teoría, pero los gobiernos, esos que dicen representar a la soberanía popular, son los encargados de idear y votar esa legislación, una legislación que genera miedo ante cualquier intento de reivindicar justicia. Una legislación que afecta a la mayor parte de la población, pero que evita que los actos delictivos de las altas clases sociales y de los propios gobernantes queden impunes ante los ojos de la justicia creada para su favor.
No es difícil averiguar como la sociedad ha llegado a ese declive político y social, pues el miedo ha jugado un factor muy importante en el proceso. La mayoría de las personas rechazan la violencia, pero sienten miedo de evitar que se genere más violencia. Se permiten incondicionalmente los actos de violencia e injusticia a través del miedo generado de verse involucrado en la misma situación sobre lo observado. Es sobre esa actitud como se controla que la población continúe alimentando un sistema que solo genera ganancias a las grandes fortunas mientras genera cada vez más pobreza entre la gente que alimenta ese sistema. El conformismo generado de sentirse a salvo de cualquier injusticia si se vive con las normas que dicta el sistema por el propio miedo a ser renegado o excluído de él. Es el propio miedo el que ha incitado a personas a quitarse la vida ante la situación de enfrentarse a la pobreza.
No quisiera terminar aquí sin antes mencionar algo positivo sobre el miedo. No siempre un efecto como éste repercute negativamente sobre la sociedad. Hay constancia de grandes eventos donde el miedo ante un futuro incierto, donde el miedo a la pérdida de derechos fundamentales, o el miedo a ser castigado a los ojos de un dios han promovido causas más que dignas y que han hecho posible algún que otro cambio para el bien de la sociedad. Es por eso que nuestros temores pueden ser utilizados en nuestro favor para sacar el coraje de enfrentarnos a nosotros mismos con el objetivo de conseguir justicia, no sólo para nosotros mismos, sino para la sociedad en general. Extraer la fuerza de nuestros propios temores para utilizarlo en nuestro favor, pues sólo cuando uno se enfrenta a sus propios miedos se da cuenta de que no hay nada imposible en esta vida.

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