domingo, 25 de noviembre de 2012

soy pacifista, no gilipollas




A mi también me hierve la sangre cuando veo una injusticia. También me imagino desmembrando cuerpos de políticos corruptos. Cortando sus resbaladizas lenguas de veleta. Quemándolos vivos. Y podría decir de cosas así, un millón, un billón, un trillón, vamos no acabaría, siempre me inventaría una nueva manera de acabar con toda esta casta política podrida y todos sus cómplices . No creo en la violencia, y menos mal con toda esta imaginación. Cuando sale el tema de conversación, y esto puedes probarlo en una reunión , criticando la violencia, siempre sale el iluminado que te suelta algo como: ¿y si violaran a tu madre? ¿o a tu hermana? ¿o mataran a tu padre? O cosas similares.
No se como actuaría, si me vengaría, si me suicidaría… no tengo la menor idea de lo que haría. Pero se con rotunda seguridad, exceptuando si me suicido que ya no haría nada, que me arrepentiría profundamente el resto de mi vida en caso de dejarme llevar por mi ira. Y creo que la mayor parte de los seres humanos, les ocurriría lo mismo. Y no habría consuelo en el “se ha hecho justicia” o análogos. Es más, creo que nos sentiríamos incluso peor, porque tendríamos el mismo dolor que la circunstancia nos impuso, más la consecuencia de nuestra insensata respuesta.

No creo en la violencia, aunque me violenten las injusticias, porque los seres humanos poseemos la capacidad de pensar y razonar, de poder dialogar, y nos podemos llegar a entender. Es más, tenemos, ejemplos claros de lo que conduce la violencia. Más miseria y dolor para el pobre, y más dinero y privilegios para el rico. O terminan surgiendo las temidas dictaduras. Esto no me lo estoy inventando nuestra historia como especie pesa en ilustraciones. Precisamente si tenemos que pedir o exigir que se nos trate como a seres humanos no debemos hacerlo como animales. Además que al final, las élites  terminan siempre ganando. Solo hay que observar insisto, nuestro pasado y nuestro presente. Con la violencia, podemos preveer con una precisión nanométrica, el futuro.Y la realidad es que mayormente, es nuestra clase social la vilipendiada, si los poderosos hubieran perdido alguna vez, no estaríamos como estamos. Por eso, aunque haya razones de sobra para liarse a quemar contenedores de basura, atacar a la policía y crear una pequeña guerra local, no hay que dejarse llevar por los sentimientos, justificaciones y argumentos que nos induzcan a la violencia. Porque solo perderemos nosotros nuevamente.




 No siempre he sido pacifista. Precisamente por eso creo que mi convicción en la no violencia es tan rotunda. Y aunque no me guste y no la vea como solución a largo plazo, tampoco soy quien para condenarla. Pues aunque me guste poco, la realidad es que la violencia es tan legítima como la no violencia, pues forma parte de nuestra naturaleza. Aunque no es poco cierto también que es un aspecto primario de la existencia, siendo un atributo de seres inferiores sin capacidad para razonar y defender sus ideas con argumentos, carentes de un lenguaje desarrollado para comunicarse o reflexión para diferenciar el bien del mal. Cuando reflexioné sobre esto fue cuando me di cuenta de la importancia de la no violencia, con las actitudes que derivan de su puesta en marcha en nuestra vida cotidiana; el respeto al prójimo y a sus ideas, la empatía hacia los demás, la defensa de la dignidad de la vida, la libertad de pensamiento, credo etc... Todo esto vivido desde la primera persona,  por cada uno de nosotros, generaría sin lugar a dudas un futuro humano prometedor para todos. En nuestra historia, han ocurrido suficientes cosas graves, a nivel planetario e individual para crear de una vez por todas, el momento de basar nuestra cotidianidad en la no violencia. Dejar de pensar en que hacen o no hacen los demás, y observar nuestro propio proceder. El mundo esta lleno de culpables. Pero faltan personas con la responsabilidad de generar soluciones a pesar de. A fin de cuentas, actuar sumisos a  lo que hacen otros, no es vivir verdaderamente libres en mi opinión.

Por estas simples reflexiones y algunas otras con las que no me voy a extender, siempre le tengo que recordar a mis amigos que soy pacifista, no gilipollas. No confundamos nunca estos términos, porque distan enormemente el uno del otro. No lo olvidemos.

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