A mi también me hierve la sangre cuando veo una injusticia.
También me imagino desmembrando cuerpos de políticos corruptos. Cortando sus
resbaladizas lenguas de veleta. Quemándolos vivos. Y podría decir de cosas así,
un millón, un billón, un trillón, vamos no acabaría, siempre me inventaría una
nueva manera de acabar con toda esta casta política podrida y todos sus cómplices
. No creo en la violencia, y menos mal con toda esta imaginación. Cuando sale
el tema de conversación, y esto puedes probarlo en una reunión , criticando la
violencia, siempre sale el iluminado que te suelta algo como: ¿y si violaran a
tu madre? ¿o a tu hermana? ¿o mataran a tu padre? O cosas similares.
No se como actuaría, si me vengaría, si me suicidaría… no
tengo la menor idea de lo que haría. Pero se con rotunda seguridad, exceptuando
si me suicido que ya no haría nada, que me arrepentiría profundamente el resto
de mi vida en caso de dejarme llevar por mi ira. Y creo que la mayor parte de
los seres humanos, les ocurriría lo mismo. Y no habría consuelo en el “se ha
hecho justicia” o análogos. Es más, creo que nos sentiríamos incluso peor,
porque tendríamos el mismo dolor que la circunstancia nos impuso, más la consecuencia de nuestra
insensata respuesta.
No creo en la violencia, aunque me violenten las injusticias,
porque los seres humanos poseemos la capacidad de pensar y razonar, de poder
dialogar, y nos podemos llegar a entender. Es más, tenemos, ejemplos claros de
lo que conduce la violencia. Más miseria y dolor para el pobre, y más dinero y
privilegios para el rico. O terminan surgiendo las temidas dictaduras. Esto no
me lo estoy inventando nuestra historia como especie pesa en ilustraciones.
Precisamente si tenemos que pedir o exigir que se nos trate como a seres
humanos no debemos hacerlo como animales. Además que al final, las élites
terminan siempre ganando. Solo hay que observar insisto, nuestro pasado y
nuestro presente. Con la violencia, podemos preveer con una precisión nanométrica,
el futuro.Y la realidad es que mayormente, es nuestra clase social la vilipendiada,
si los poderosos hubieran perdido alguna vez, no estaríamos como estamos. Por
eso, aunque haya razones de sobra para liarse a quemar contenedores de basura,
atacar a la policía y crear una pequeña guerra local, no hay que dejarse llevar
por los sentimientos, justificaciones y argumentos que nos induzcan a la
violencia. Porque solo perderemos nosotros nuevamente.
Por estas
simples reflexiones y algunas otras con las que no me voy a extender, siempre
le tengo que recordar a mis amigos que soy pacifista, no gilipollas. No
confundamos nunca estos términos, porque distan enormemente el uno del otro. No
lo olvidemos.