martes, 26 de junio de 2012

Nunca digas nunca

Existen momentos de madurez, de reflexión. Etapas de la vida en la que tus metas se plantean de una manera previamente calculada con premeditación. Una forma de proyectarse la vida con unas espectativas que no se pueden predecir, pero estás seguro en el instante de que es la forma más correcta de afrontar el sistema social o la vida misma. La estrategia de marcarse unas metas en base a una visión de futuro. Buscar la expresión de la vida de una forma lógica y coherente a lo que debiera, y que casualmente descubres que realmente la lógica se relacciona de una forma incoherente y desmesurada dentro de un sistema socioeconómico insostenible, pero al que hay que enfrentarse en la lucha por la supervivencia. Una supervivencia de la que solo puedes hacerte participe mediante las herramientas del conocimiento, y del estudio de uno mismo para llegar a comprender tu propia naturaleza. Aprender a controlar los estados y situaciones de difícil comprensión para aportarlo a tus bases de conocimiento y aprendizaje, de tal forma que se intenta crear una base de actuación frente a la sociedad, buscando en ello un equilibrio constante de pensamiento y actuación frente a los acontecimientos que se van sucediendo. Una busqueda de sabiduría que no termina nunca y que se amplía continuamente dejando con ello un horizonte ilimitado e inalcanzable desde una sola vida. Un horizonte que se aleja a cada paso que avanzas y que se ve desviado en una corriente que te arrastra de forma paralela a esa linde, balanceándote de un extremo a otro mientras te impide el avance hacia esa meta marcada en el infinito. Un horizonte en el que sueñas fundirte en una carrera contra el tiempo que te va marcando a fuego las experiencias más difíciles, y que en muchas ocasiones te pierde en un estado alterado para el que no encuentras una razón o un camino que te conduzca a la realidad, envolviendo tus pensamientos en un ciclo de locura parcial en la que comienza la lucha interior de uno mismo. La lucha inesperada ante situaciones en las que jamás creiste verte involucrado, cuya existencia nunca pensaste que fuese real. Todo el esfuerzo en cambiar tu metodología de vida se ve mermada en esa guerra interior que aparece sin esperarlo, y que casualmente te lleva a buscar el origen del conflicto, el cual es tan abstracto que escapa a tu comprensión o se pierde dentro de tu lógica, llevándote con ello a una realidad totalmente diferente en la que la capacidad de percepción es reducida por la incomprensión. Todo es relativo en la línea del tiempo de la que forma parte la existencia, y la lucha contra lo desconocido es una ardua tarea en el proceso evolutivo de cada individuo. Y aunque el planteamiento filosófico estructurado, contruido en unas bases de pensamiento y observación de la sociedad, incurra en la no aceptación de cosas aparentemente fútiles, es necesario aceptar el error de decir "nunca podrá ocurrir".

1 comentario:

  1. Expresas muy bien tu sentimiento y le das un enfasis muy ambiguo. Por lo tanto el contexto queda bastante amplio a su significado.
    Pero puede ser que alguien no comprenda o no sepa dar esa libertad de significado a las expresiones plasmadas.
    Es solo mi opinion. Un saludo.

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